... Ese día me lo p

asé llorando la "pérdida" de mi bebito, no hayaba consuelo. Como a eso de las 4:00pm llamé a
Marido a su trabajo y le pedí que me trajera un "
Compuesto Vegetal de la Sra. Muller". Para los que no tienen idea este producto es un compuesto natural que sirve para ayudar a la limpieza interna de la mujer en sus días "difíciles"...
Marido no sabía qué era eso, asi que le dí una breve explicación sobre su uso y le dije que lo tomaría para terminar de limpiar mi útero.
Efectivamente, él me tajo la botella; antes de yo destaparla me volvió a preguntar la función, y efectos, de ese tónico; hastiada se lo repetí, esto fue lo que me dijo: " - No te lo tomes, todavía, espérate a ver qué te dicen en el Hospital mañana. Si ya se perdió, entonces te lo tomas y nos preparamos para buscar otro carajito."
No podía creer que, a esas alturas, ese hombre tuviera esperanzas todavía, pero me llevé de su consejo ( para eso son las parejas, para trabajar en equipo) y no me tomé el brevaje.
Llegó el día de la cita ( miércoles), me tomaron muestras de sangre para revisar el conteo hormonal, en base a esos números ellos sabrían cual procedimiento seguir.
Yo estaba convencida de que los números habrían descendido.
Dos horas después, tendida en una camilla, en un cuarto lleno de todos los aparatos imaginables y rodeada por cuatro médicos , un técnico y dos enfermeras, me daban la noticia de que el conteo había continuado y que el útero SI estaba ocupado, el embarazo no se estaba gestando de forma anormal...el único problema era que este [ el útero] presentaba una lesión muy severa y amenazaba con malograrlo .
Las razones de esa lesión son desconocidas, aunque se supone que fue resultado de mi primer parto.
El asunto era que no se podía hacer nada para remediarla; ella podía crecer e interrumpir el embarazo o, por otro lado, mi organismo podía trabajar en mi favor y reduciría el daño hasta desaparecerlo. Mientras tanto mi embarazo sería monitoreado constantemente para detectar cualquier anomalía.
Ahí empezaron las restricciones; "no hagas aquello, no hagas esto, no hagas lo otro, trata de hacer tal cosa, etc..." Como han de suponer a Marido lo pusieron "a dieta" y no pudo ver "a Linda" durante toda la gestación...¡pobrecito!
De repente yo sufría contracciones severas y me pasaba de cinco a seis horas en una cama del Hospital, con un suero instalado en mi brazo, para detenerlas.
Mi doctor estaba interesado en llevar el embarazo hasta el séptimo mes, al menos; mientras se pudiera mantener el producto dentro el útero hasta ese tiempo, todo estaría bien.
Vale decir que, sin contar con esos sustos frecuentes, de sangrado y contracciones, mi embarazo fue perfecto. Siempre me mantuve de muy buen ánimo y no pude haber tenido un mejor compañero en esta aventura que es tener un hijo.
Todo salió a la perfeción y mi bebé, que antes se quería salir, estuvo a punto de ser inducido porque se pasó del tiempo correspondiente.
El parto fue un poco traumático porque El Tiranito venía con la cabeza volteada a un lado y no había forma de que saliera.
Al final di a luz a un bebé hermosote y grandote.
El sangrado del principio se debió a que eran mellizos ; uno de los dos no corrió con suerte y se perdió en la lesión uterina.
Nunca encontraremos las palabras que describan las emociones que sentimos cuando tuvimos al bebé en brazos. No conocíamos su sexo, decidimos esperar al momento del alumbramiento y la cara de Marido, cuando descubrió que era un varón, vale su peso en oro.
La única nube que empañaba el Cielo luminoso de mi felicidad fue la forma en la que el bebé lloró al nacer...fue un sonido ahogado y débil que me puso alerta y me indicó que algo no andaba completamente bien...