...Después de hacer unos arreglos nos dirijimos al Weill Cornell Prebyterian Hospital. Llegamos pasados unos minutos después de

las 9 de la noche. Me quedé muy impresionada por la estructura física de aquel edificio; mas que un centro médico parece un hotel de lujo. Aquel recibidor, con altísimos techos y piso de mármol, resulta sumamente imponente. Enseguida pensé que en ese lugar debía estar lo mejor de lo mejor en cuanto a medicina, pero me preocupó lo ajeno que me perecía todo, tan frío, tan distante.
Nos informaron que debíamos ir a Registro para ofrecer los datos del niño; durante el trayecto (por una serie de pasillos) observamos los murales y las decoraciones, si no fuera por el personal médico jamás hubiéramos sentido que estábamos en un Hospital. Logramos dar con la dichosa oficina y, luego de un rato de intercambio de informaciones, nos dirijimos al sexto piso, lugar donde habían "hospedado" al enano.
Después de varias vueltas nos encontramos frente a un pasillo que decía ICPU, en el sexto piso; buscamos la habitación 6016...mientras caminábamos nos fijamos que las habitaciones eran mas grandes que el apartamento de nosotros, albergaban 4 camas y tenían integradas una estación de enfermeras con todo el equipo de monitoreo necesario en un paciente en Intensivos.
Al fin dimos con
JB, se perdía, tan pequeño, en aquel espacio. Su cama se encontraba del lado de las ventanas, por donde se podía observar el
East River de Manhattan.
Me impresionó verlo acostado, conectado a tantos aparatos, en una cama regular ( hasta ese momento lo habían mantenido en un cunero).
La enfermera que estaba a su cargo nos recibió dándonos un reporte, al detalle, de cómo había transcurrido el traslado; mientras ella lo hacía llegaron varios médicos, incluyendo el que lo acompañó en la Ambulancia y el enfermero, y nos dieron mas informaciones
El personal que se encargaría del caso del bebé llegaría en la mañana, mientras un interno estaría al pendiente por si necesitábamos algo. El niño estaba muy tranquilo y estable, eso nos relajó mucho y nos confortó bastante.
Decidimos que yo me quedaría con el niño en el Hospital, mi hijo mayor se iría a casa de una prima (en Manhattan) y
Marido regresaría a
Long Island a continuar con la vida lo mas normal posible; nos mantendríamos en contacto constante via telefónica y él viajaría a vernos en el fin de semana mientras fuera necesario. A esas alturas ya no sabíamos hasta cuando duraría esa odisea.
Luego de unos 40 minutos nos despedimos y yo me quedé mirando por la ventana las luces de los barcos cargueros que atravesaban el rio constantemente.
Muy temprano me despertaron para pedirme que saliera de la habitación...yo sabía que no había por qué alarmarse, era solo la rutina mañanera de los Rayos-X. Esto lo hacen cada día a los pacientes en intubación para asegurarse que todo está funcionando bien internamente.
A eso de las 7:00 a.m. empezaron las guardias médicas, ese recorrido matutino que hacen los médicos ( e internos) a los pacientes. En el grupo que hacía la ronda se encontraba un especialista en
Oncología Pediátrica que me trató con mucha dulzura y hasta me hizo reir con su sentido del humor...me dijo que un Hospital era un lugar muy triste y que había que hacer lo posible por levantar el ánimo.
Todo el día me lo pasé en la misma rutina a la que ya me había acostumbrado; con el tiempo ya conocía los diferentes sonido y alarmas de los monitores y ya no me preocupaban tanto.
Ese día hablé por teléfono con el cirujano, él no podía ir al Hospital , pero a la mañana siguiente si lo haría. No me quedaba mas que esperar.
Tal como lo había prometido al día siguiente, a media mañana, llegó el especialista...revisó el récord médico de JB y me hizo las mismas preguntas que había tenido que responder mas de cien veces, las mismas... luego le hizo un revisión física. Para su gusto todo iba bien, el niño era bien fuerte y, lo mejor de todo , no había perdido peso.
Me explicó que sometería al niño a cirugía el día lunes ( estábamos en un sábado), que, si era candidato, le practicaría una
Traqueoplastía, esto es que le extraería un pedacito de cartílago de un oído y se lo incrustaría en la Tráquea para crearle mas espacio; sería un procedimiento relativamente simple, ya que él lo practicaba muy frecuentemente.
El criterio en el que se basaría para saber si la condición se podía corregir con este procedimiento dependía mucho de a qué altura se encontraba la lesión. Si era por encima de las cuerdas vocales no había problemas, pero si, al contrario, estaba por debajo de las cuerdas, entonces había que hacerle una
Traqueotomía, que se mantendría abierta hasta que él cumpliera un año, mas o menos, y ya el espacio se hubiera ampliado solo por crecimiento.
Hasta que no lo interviniera él no sabría cual de los procedimientos se aplicaba a JB... ¡ o sea, una especie de Lotería!
Marido llegó esa tarde y yo le conté cómo estaban las cosas... él estaba SEGURO de que todo saldría bien.
Al fin llegó el día esperado. La cirugía se llevaría a cabo a las tres de la tarde y se tardaría entre tres y cuatro horas. Nos facilitaron una especie de traje espacial esterilizado para que entráramos a la Sala de Cirugía a despedirnos del bebé, asi lo hicimos y luego nos dirijimos a la habitación a esperar el resultado. Una enfermera nos trajo unos folletos sobre cuidados de Traqueotomías, en caso de que lo fuéramos a necesitar.
Yo bajé a la Capilla del edificio a entregarle el destino de esa operación al Altísimo.
Cuando subí Marido estaba viendo la TV muy tranquilo y confiado, hasta tenía buen semblante, al mirarme me sonrió y me dijo que no me preocupara.
Para nuestra sorpresa la operación solo se tardó poco mas de dos horas. El cirujano llegó muy contento a nosotros y nos explicó que, cuando pudo abrir el área se dió cuenta de que la lesión no era tan grave, no hubo necesidad de extraerle cartílago del oído, sino de la misma Tráquea, por lo que no sería tan traumático para el niño, pudo hacerle la Traqueoplastía de manera exitosa...si todo salía como él calculaba, el problema estaba resuelto.
Nos felicitó porque el bebé, aparte de esa condición, era muy fuerte y saludable.
Dos días después extubaban a JB, por última vez... ¡Respiró inmediatamente! Los niveles de oxígeno, en el monitor , indicaban que ya estaba recibiendo el 98% que era normal. Me pidieron que le diera de comer y respondió perfectamente...¡Todo había salido exitosamente bien!
Esta vez las lágrimas eran de alegría y no paré de darle gracias a Dios por habernos escuchado y no haber soltado la mano del bebito.
Cuando llamé a
Marido para contarle su grito se escuchó hasta en
Alabama.
El niño estuvo en observación por 24 horas mas asi, ese jueves, nos dieron el alta y nos entregaron a nuestro bebito como nuevo...¡bueno, casi!
Cuando nos pusimos a recapitular sobre lo que habíamos vivído durante esos 19 días Marido me dijo:
"- ¡Tú ves, Tirana, la Esperanza es lo último que debe perderse!".
¡Esta es la prueba! JB y sus cachetes... (esta foto se la tomó él mismo).